La Amaxofobia o miedo a conducir se define como un miedo persistente e irracional a conducir, afectando hoy en día a un 33% de la población española.
Algunas de sus manifestaciones son síntomas como la ansiedad, angustia, sensación de perder el control a la hora de ponerse al volante o pensar en hacerlo, la sudoración de manos, temblores, taquicardia o palpitaciones, pesadillas relacionadas con la conducción, ideas negativas e irracionales asociadas al acto de conducir, y la visualización de consecuencias negativas como accidentes.
¿En qué consiste la Amaxofobia?
Se experimenta incapacidad para relajarse a la hora de conducir, sentimiento de incomprensión por parte de los demás no sabiendo como explicar la angustia padecida y una elevada dependencia de otras personas para poder transportarse. Todo ello da lugar a un aumento de la sensación de frustración e incontrolabilidad frente al problema, haciendo que se mantenga y evitando enfrentarlo.
Se dan diferentes grados de afectación, desde una intensidad más moderada que no impide conducir pero restringe las capacidades de control del conductor, hasta el nivel más extremo o paralizante en el que la persona ni siquiera se puede imaginar conduciendo.
Causas de la Amaxofobia
Hay múltiples causas asociadas al desarrollo de la Amaxofobia, entre las que se pueden establecer como más comunes las siguientes:
- Falta de experiencia como la padecida por conductores noveles o personas que lleven tiempo sin conducir, haciéndolo con inseguridad y de una forma estresante.
- Conductores que hayan sufrido una experiencia traumática por haber sido victimas o meros espectadores de un accidente de tráfico.
- Sufrir un ataque de pánico mientras se conduce debido a una situación personal o profesional de elevado estrés, lo que desencadena en sentimiento de vulnerabilidad y miedo a que se repita bajo las mismas circunstancias.
- Problemas psicológicos como el estrés, la ansiedad o la baja autoestima que pueden asociarse al momento y forma de conducir.
Algunos datos estadísticos sobre la Amaxofobia
Según el estudio realizado por el Instituto Mapfre de Seguridad Vial en el año 2005, el porcentaje de la población que presenta miedo a conducir tanto en circunstancias concretas como de manera paralizante es de un 33%, correspondiendo de este total un 64% a la población femenina y un 36% a los hombres, no siendo paralizante en el 82% de los casos. En lo referente a la edad, se destaca una mayor consciencia de su miedo a una edad más temprana en las mujeres, situando la media en los 48 años frente a los 64 en los hombres.
Otro estudio realizado por ATTITUDES en el año 2010 revela que en España el 54% de los conductores sufren ciertos niveles de ansiedad, el 22% padecen un grado considerable de ansiedad siendo lo que potencialmente pueden ver afectada su forma de conducir y un 4% muestra síntomas de amaxofobia.
Tratamiento de la Amaxofobia
Es posible superar el miedo a conducir trabajándolo desde el enfoque cognitivo-conductual, controlando factores como el pánico y la ansiedad, a través de estrategias concretas de respiración y relajación junto con el manejo de pensamientos positivos que ayuden a la persona a recuperar su sensación de control. En cada caso será necesaria una evaluación concreta del grado de afectación y los elementos específicos en juego para personalizar el tratamiento a desarrollar.
Terapia recomendada
Se pueden establecer tres fases fundamentales:
- Toma de conciencia y comprensión del problema, donde se aborda en qué consiste la fobia, cómo se produce y se mantiene, identificando las variables a trabajar.
- Estrategias de afrontamiento, explicando las diferentes técnicas específicas para el manejo de los síntomas fisiológicos utilizando la relajación progresiva y respiración, junto con el desarrollo de autoinstrucciones positivas que sustituyan los pensamientos negativos y catastrofistas, el manejo de las ideas irracionales y su reestructuración, con la finalidad de obtener una percepción más realista del problema y el consiguiente control del miedo.
- Exposición a la fobia, que se realizará en imaginación o en vivo sí fuera necesario (acompañado por un instructor en seguridad vial y psicólogo), poniendo en práctica todas las estrategias aprendidas y eliminando la evitación del problema, elaborando así un enfoque positivo de afrontamiento.
La duración del tratamiento, según el caso, está estimada entre 8 y 10 sesiones, pudiéndose ampliar en función de las necesidades y ofreciendo a lo largo del mismo material de apoyo y biblioterapia.